Puta, tú no tienes futuro

Tras las maravillas que vinieron después, estuve a punto de olvidar la épica, grandeza y hermosura de Kill Bill (íd., Quentin Tarantino, 2003 y 2004), un díptico que hoy se nos muestra como la historia de amor (con la imagen) más contemporánea posible.

Dos mujeres al límite del reflejo: el personaje a través del ojo en Kill Bill

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El auténtico trabajo se hace con las manos

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Por último, una versión extendida de lo que he intentado hacer aquí:

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